CARTA
ENCÍCLICA
DEUS CARITAS EST
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A TODOS LOS FIELES LAICOS
SOBRE EL AMOR CRISTIANO
DEUS CARITAS EST
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A TODOS LOS FIELES LAICOS
SOBRE EL AMOR CRISTIANO
INTRODUCCIÓN
1. « Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en
Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta
de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la
imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su
camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una
formulación sintética de la existencia cristiana: « Nosotros hemos conocido el
amor que Dios nos tiene y hemos creído en él ».
Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el
cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por
una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,
con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento
con las siguientes palabras: « Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna » (cf. 3, 16). La
fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de
la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En
efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del
Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: «
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con
todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús,
haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios
con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: « Amarás
a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que
es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no
es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el cual viene
a nuestro encuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario