. "Ruah", el nombre del Espíritu
La primera estrofa del Veni creator, traducida al pie de la
letra, dice así:
"Ven, Espíritu creador,
visita nuestras mentes,
llena de gracia celestial
a los corazones que has creado".
El tema de esta meditación introductoria son las dos primeras
palabras del Veni creator: “¡Ven, Espíritu!”, y en particular el
nombre Espíritu. Lo primero que conocemos de una persona,
normalmente, es su nombre. Con él la llamamos, la distinguimos
de las demás y la recordamos. También la tercera persona
de la Trinidad tiene un nombre, aunque, como veremos, de una
naturaleza un tanto especial. Se llama Espíritu.
Pero Espíritu es el nombre traducido; cuando se ama de
verdad a una persona, se desea conocer todo de ella, empezando
por su verdadero nombre “de pila”. El verdadero nombre
del Espíritu, aquél por el que le conocieron los primeros destinatarios
de la revelación, es ruah. ¡Es tan dulce invocar, a veces,
al Espíritu con esta palabra salida de los labios de los profetas,
de los salmistas, de María, de Jesús, de Pablo! La otra etapa por
la que el nombre del Espíritu Santo ha pasado antes de llegar a
nosotros es la de pneuma. Con este nombre se le señala en los
escritos del Nuevo Testamento.
Para los judíos el nombre era tan importante que casi se
identificaba con la persona misma. Santificar el nombre de
Dios es santificar y honrar al propio Dios. Además, no se trata
de un calificativo meramente convencional, como nos ocurre a
nosotros hoy en día; siempre dice algo de la propia persona, de
su origen o función.
Eso ocurre también con el nombre ruah, que contiene la
primera y fundamental revelación sobre la persona y la función
del Espíritu Santo. Por eso, es importante que empecemos con
él nuestro camino de búsqueda de la realidad del Espíritu.
¿Qué significa ruah en hebreo? En su origen, y en su raíz,
significa el espacio atmosférico entre cielo y tierra, que puede
ser sereno o agitado: un espacio abierto, como una pradera,
donde se percibe más fácilmente el soplo del viento; por extensión,
el “espacio vital” en que el hombre se mueve y respira.
Este significado primordial del término ha dejado un rastro en
la posterior teología del Espíritu Santo. En efecto, con mucha
frecuencia se habla de él, sobre todo en el Nuevo Testamento,
con un adverbio de lugar. La preposición que se utiliza para
hablar de él es en, así como para el Padre es de, y para el Hijo
por: “Por el Padre, por medio del Hijo, en el Espíritu Santo”. El
Espíritu Santo es el espacio espiritual, una especie de “ambiente
vital”, donde se produce el contacto con Dios y con Cristo.
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